Para Ana Lucía Keim, subdirectora de Tecnologías de la Información y Desarrollo Digital de Bibliotecas UC, participar en el proyecto de Ciencia Abierta fue, es y será un viaje “gratificante”, a pesar de que cuando se inició no sabía a dónde podría llevarla, tanto a ella como a su equipo. “Fue un viaje en el que nos embarcamos sin saber la trascendencia y el impacto que tenía el trabajo que íbamos a hacer”, agregando que “ha demandado un aprendizaje enorme de muchas áreas en las que no me había involucrado, mucho más allá de lo que es la infraestructura tecnológica de Bibliotecas”.
De acuerdo a la subdirectora, este último año ha sido “un aprendizaje de cómo funciona la ciencia, de cómo debería funcionar para mejorar la calidad de vida de todos los que pisamos este planeta. Realmente es un proyecto muy bonito, muy demandante en tiempo, esfuerzo, compromiso y recursos, pero a la vez muy gratificante, por el compromiso de toda la gente, y por darme cuenta de que es un proyecto de alto impacto para la sociedad”, reflexiona.
Y no es menor, dado que la Ana Lucía participa desde el principio y es una de las personas que redactó el proyecto que se presentó al concurso, en julio de 2021, sin imaginar lo que significaría con el paso del tiempo. “Por eso digo que iniciamos un viaje sin saber la envergadura de lo que estábamos abordando”.
En cuanto a la infraestructura tecnológica para la CA, ¿Cómo ha sido la experiencia de abordar este tema en la Universidad y cómo ha sido la respuesta de la Comunidad UC?
AK: Lo de la infraestructura tecnológica yo diría que es lo más sencillo y menos relevante, porque si se observa desde ese punto de vista, no tiene mayor complejidad. La complejidad va por el cambio cultural, que es adoptar los procesos; adoptar lo que es la Ciencia Abierta. Entonces, desde ese punto de vista, nos dimos cuenta de que parte de esa infraestructura la veníamos trabajando y la teníamos instalada hace muchos años, pero sin ponerle el nombre.
¿Qué crees que es lo más difícil de aceptar por la comunidad universitaria respecto a la Ciencia Abierta? ¿Querer participar, pedir ayuda, celo con los datos?
AK: Definitivamente, el cambio cultural y la forma de pensar. Eso es lo fundamental. Para que eso suceda, deben existir buenos incentivos para colaborar en la Ciencia Abierta y, lo ideal, es que esos incentivos vayan generándose progresivamente desde lo formal e institucional, ya sea a través de promociones o recursos para la práctica de la Ciencia Abierta. Por eso creo que es más bien un cambio cultural, que tecnológico.
¿Cuánto le falta al proyecto de Ciencia Abierta para estar listo”
AK: Depende de dónde lo miramos, porque si analizamos qué nos falta para el proyecto que planteamos a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), no mucho porque tenemos objetivos y compromisos muy cuantificables y medibles en plazos muy específicos que lo vamos a cumplir en las fechas comprometidos. Sin embargo, si me preguntas cuánto nos falta para implementar Ciencia Abierta a nivel de Universidad, a nivel de país y a nivel, de sociedad, nos falta muchísimo, y en ese sentido se podría decir que (el proyecto) no tiene fecha límite, sobre todo si nos comparamos con nuestros vecinos -Argentina, Perú, Brasil o México-, estamos a años luz, muy tarde como país y, por lo tanto, también como institución.
Si llevamos este proyecto a un ámbito más personal, ¿Qué te hace sentir, tanto a ti como a tu equipo, lo que están haciendo?
AK: Me hace sentir muy reconfortada y muy orgullosa, porque me doy cuenta que trabajo en un proyecto que, en última instancia, va a mejorar la calidad de vida, porque un proyecto de Ciencia Abierta significa la democratización del conocimiento y mientras más gente que tenga acceso, mientras más investigadores tengan acceso a los últimos conocimientos, se van a poder desarrollan mejor y eso, por defecto, produce una mejor calidad de vida para las personas. Creo que es realmente trascendente lo que estamos haciendo. Y aunque sea un granito de arena en el mar, es un granito muy importante.
Finalmente, concluye Ana Lucía, “este es un proyecto que, al final del día, nos va a mejorar la calidad de vida, y lo que logremos, impulsar, lo que logremos avanzar, va en pro de todas las personas que habitan este planeta».